Con el Hot Sale 2025 a la vuelta de la esquina, marcas y consumidores se preparan para una semana decisiva en el termómetro del consumo argentino. En medio de un contexto económico frágil, con un dólar más estabilizado y una demanda todavía golpeada, el evento de comercio electrónico se perfila como un test clave para medir la recuperación del mercado interno.
«La recuperación va a ser lenta y desigual», advirtió Javier González, director comercial de Nielsen IQ para Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay, en el marco de Retail Day, dejando en claro que el consumo no despega al mismo ritmo para todos los sectores sociales.
📉 Dólar más calmo, precios más bajos
El mensaje fiscal y monetario del gobierno de Javier Milei al mercado fue claro: no habrá una devaluación abrupta. Con un dólar que parece consolidarse más cerca de los $1.000 que de los $1.200, sectores como la electrónica, moda y electrodomésticos comenzaron a corregir precios a la baja.
Esto genera un terreno fértil para el Hot Sale, donde se espera una competencia feroz entre marcas locales y gigantes internacionales como Amazon o eBay, que llegan al consumidor argentino a través de plataformas como TiendaMía o MercadoLibre, muchas veces con productos hasta un 50% más baratos, incluso considerando envíos y aduana.
🛍️ Oferta vs demanda: el consumidor elige
Con más de mil empresas participando y una expectativa de entre 3 y 4 millones de compradores online, el Hot Sale funcionará como una radiografía en tiempo real del consumo. Las industrias locales, como los ensambladores de Tierra del Fuego y las textiles nacionales, afilan sus lápices para competir con descuentos agresivos que los mantengan en carrera.
Esta semana comercial servirá como “botón de muestra” político y económico: su éxito o fracaso será interpretado como un síntoma del estado de ánimo ciudadano, a solo seis meses de las elecciones legislativas.
⚖️ Consumo desigual: los sectores altos tiran del carro
Según González, la actual reactivación del consumo está concentrada en los segmentos socioeconómicos más altos, que son los que primero perciben mejoras en sus ingresos. Mientras tanto, los sectores más bajos avanzan a un ritmo mucho más lento, limitando la posibilidad de un rebote generalizado.
Esta desigualdad estructural en la recuperación del consumo no solo es una señal de alerta para el retail local, sino también para la política económica del Gobierno, que observa de cerca cómo cada medida impacta en el bolsillo y el humor social.