Los insectos llegarán a su mesa antes de lo que se imagina. No es probable que en España cocinemos en breve platos con grillos, saltamontes o gusanos, pero los productos derivados de ellos —como harinas y barritas energéticas— empiezan ya a venderse impulsados por su alto contenido proteico y por ser un producto muy sostenible. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recomienda desde hace una década consumir estos invertebrados para combatir el cambio climático y 2.000 millones de personas lo hacen en todo el mundo de forma habitual, pero en Europa ha sido una excentricidad hasta hace poco. Ahora, tras la evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la Comisión Europea acaba de autorizar un tercer bicho para consumo humano en la UE —en 2021 aprobó otros dos— y estudia permitir otros diez en los próximos meses. Algunos negocios pioneros aventuran el bum que vivirá este sector en unos años con el reto de vencer el rechazo cultural.
Hasta 2018, cada país podía autorizar el consumo de estas especies de forma individual, pero desde entonces hace falta una evaluación de la EFSA. Ya la han pasado el grillo doméstico, la langosta migratoria y el gusano de la harina. El Ministerio de Consumo informa de que estamos en un periodo transitorio en el que pueden comerciarse otras cinco especies más en España (escarabajo de la harina, langosta del desierto, abeja europea, mosca soldado negra y grillo indio) a la espera de la resolución del organismo europeo.
Mientras que la burocracia se ha puesto en marcha hace relativamente poco, especialistas y científicos llevan años analizando estos animales. La profesora de la Universidad Autónoma Diana Martín investiga sobre las propiedades nutritivas de todos ellos en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CSIC-UAM): “Estos invertebrados tienen un alto contenido proteico, incluso más que carne, los lácteos y los huevos, y la calidad de esa proteína es muy buena. Pero además tienen un contenido lipídico —grasas— beneficioso para la salud, así como micronutrientes, vitaminas y minerales”. Según la investigadora, “el gusano de la harina tiene un perfil de ácidos grasos sano, similar al del aceite de oliva”.






