domingo, 26 octubre, 2025

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El noruego Thomas Wærner viajó a Alaska en pasado marzo para participar en la carrera Iditarod, una competición de trineos tirados por perros. Hasta allí voló el guía de 47 años, acompañado de su equipo: 24 canes, 16 propios y otros 8 prestados por otro guía. 

La carrera une a la capital de Alaska, Anchorage, con la ciudad de Nome, 1.500 kilómetros al norte. Desde que se corriera en 1973 la primera de ellas, se hizo tan popular que la competición comenzó a atraer la atención de contendientes de otros lugares del mundo. Al principio sólo corrían los «mushers», tal el nombre de los guías de trineo.

Nueve días y horas tardó Thomas Wærner en cruzar la meta en Nome junto con sus 16 perros y consagrarse campeón. Los festejos seguirían en Noruega, único país extranjero, junto con Suecia, en ganar las competición en cuatro ocasiones. Pero el coronavirus se cruzó en su vida y la de sus canes y no pudieron regresar. Si era difícil conseguir un viejo para una persona con las restricciones impuestas, más lo era para 24 perros.

Pero siempre hay un pero, que en este caso fue algo positivo, porque los «pero…», nunca son nada bueno.

Wærner leyó en la prensa que una compañía aérea de Alaska había vendido una aeronave DC-6B al Museo de la Historia de la Aviación, en Sola (Noruega), un modelo de avión que surcó los cielos durante más de 60 años.  Puso manos a la obra y a través de amigos noruegos logró contactar con los actuales propietarios del avión y, con el apoyo de su espónsor, voló a casa hace unos días, en un vuelo con escalas de más de 20 horas en total, desde Fairbanks hasta Stavanger.

Tras 11 semanas varado, en Noruega le esperaban su esposa, veterinaria, sus cinco hijos y otros 19 perros. Wærner ya está panificando la competencia del año entrante.