sábado, 27 julio, 2024

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Hace nada menos que 300 millones de años una misteriosa criatura surcó la Tierra. Hoy en día le conocemos como el Monstruo de Tully, y siempre había resultado un misterio. Era particularmente raro: tenía un par de aletas similares a las de una sepia, una trompa larga con dientes afilados y un rallo en la parte inferior del cuerpo que quizá pudo ser un ojo. De ahí que se hable de él como un monstruo.

Y ahora se conoce un poco más sobre él. El estudio más completo hasta la fecha de esta misteriosa criatura ha llegado a la conclusión de que no tenía huesos. Desde su descubrimiento hace casi 70 años ha confundido a los científicos. Los estudios han encontrado de diversas formas que era un vertebrado o un invertebrado, con un vaivén que se ha prolongado durante años, informa ‘Science Alert’.

Pero por fin parece que se ha resuelto el misterio. Según fuentes de la Universidad de Tokio, donde se ha llevado a cabo el estudio: «Con base en múltiples líneas de evidencia, la hipótesis de que era vertebrado es insostenible. El punto más importante es que el monstruo de Tully tenía una segmentación en la región de su cabeza que se extendía desde su cuerpo. Esta característica no se conoce en ningún linaje de vertebrados».

Se han encontrado numerosos especímenes de monstruos Tully fosilizados desde que el cazador de fósiles Francis Tully tropezó con el primero en el yacimiento fósil de Mazon Creek en Illinois en 1955, y pintóuna imagen de una bestia marina verdaderamente extraña. Como decíamos antes, la extrañeza de la criatura en sí la ha hecho increíblemente difícil de clasificar. No se han encontrado estructuras óseas en ninguno de los fósiles, pero eso no es un diagnóstico en sí mismo. Los esqueletos cartilaginosos, como los que se encuentran en algunos peces vertebrados, no se conservarían de la misma manera que los huesos.

Algunas de las características del monstruo de Tully se han interpretado como consistentes con estructuras encontradas en vertebrados marinos cartilaginosos sin mandíbula, como las lampreas. Otros científicos han argumentado que estas características no pueden interpretarse de manera concluyente como similares a las de los vertebrados. Es un debate que ha sido consistente durante años