martes, 16 abril, 2024

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Un diario británico publicó en 2014 una nota donde contaban cómo la mujer más celosa de Reino Unido se casó con su novio al que solía someter a un detector de mentiras cuando llegaba a su casa. La mujer, rezaba la crónica, sufría del Síndrome de Otelo, un trastorno provocado por celos desmesurados.

La referencia es en relación a la conocida obra de Shakespeare, Otelo, que mata a Desdémona poseído por unos celos enfermizos. El Síndrome de Otelo es un delirio por el cual la persona que lo sufre está firmemente convencida de que su pareja le es infiel.

Se habla de los celos desde las épocas del mismísimo Imperio Romano. A lo largo de la historia, este comportamiento natural de los individuos, ha ido cambiando movido por el propio desarrollo de la existencia y la conformación de las sociedades. En la actualidad los celos se reconfiguran una vez más, en este caso, tienen una arista dentro del ecosistema tecnológico donde las pantallas suman protagonismo. Y discusiones, claro.

Todo se puede romper en una pareja, solo basta un simple posteo para que aparezca Otelo.

En las relaciones humanas y en la constitución de vínculo, muy pocos aspectos son el producto de la naturaleza. “Gran parte de los vínculos son de origen cultural, y como tales van evolucionando de acuerdo a las épocas. La monogamia no es natural sino cultural y fuertemente epocal. Para mi modo de ver, la monogamia es una elección que implica un compromiso compartido. No está definida de la misma manera un vínculo de pareja en función de las épocas. En la Roma antigua, por ejemplo, era casta aquella mujer que defendía la casta, es decir la filiación. Cuando estaba embarazada, podía tener relaciones sexuales con otros hombres, dado que no corría riesgo la filiación. La noción de fidelidad se refería a esta última y no con quien se tenían relaciones sexuales”, explica Juan Eduardo Tesone, Médico UBA, psiquiatra de la Universidad de París, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Los celos, dicen los especialistas, son normales en una persona. Lo que no es normal son los celos patológicos, aquellos que aumentan su grado de reacción frente a una sospecha o inquietud.

¿Qué tipo de celos tengo?

Hay varios grados de los celos. Se destacan:

*Reacción emocional normal: es transitoria, no condiciona la vida de la persona ni de los demás.

*Reacción emocional desmedida: afecta sobre todo las relaciones amorosas. Es más frecuente en mujeres con diferentes grados de dependencia. Pueden o no haber existido situaciones previas de infidelidad (ya sea personales, familiares o de amistades cercanas). Son controladoras y pretenden que el otro les despeje infinidad de dudas que nunca llegan a ser aclaradas.

*Celos como rasgo distintivo de la personalidad: son personalidades desconfiadas, suspicaces, que condicionan la vida del sujeto y del entorno. Afectan todas las áreas: relaciones familiares, amorosas y trabajo, entre otras. Son fríos, calculadores, encuentran amenazas donde no existen y están convencidos que lo que piensan es una “verdad” indiscutible. Se denomina Trastorno Paranoide de la Personalidad.

*Síndrome de Otelo: es un trastorno delirante con ideas de celos, también denominado celotipia. Son ideas que atrapan el pensamiento y convencen al sujeto de que el otro le es infiel. El delirante celotípico construye su delirio con datos irracionales y pierde el tiempo tratando de hallar comprobaciones para confirmar sus sospechas. Los delirios de celos pueden formar parte del trastorno delirante crónico o paranoia, pero también lo observamos en los comienzos de cuadros demenciales por deterioro involutivo de la corteza cerebral y en el alcoholismo crónico.

A no brillar mi amor

Se ha señalado que la palabra “celos” tiene dos significados: Recelo que alguien siente en torno a que cualquier afecto o disfrute pretenda o llegue a ser alcanzado por otro; y sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada mude su cariño, poniéndolo en otra.

El término celos hace referencia a la emoción que experimenta una persona cuando siente amenazada su relación o vínculo hacia alguien. Por lo general, dicha emoción está representada por el miedo que siente la persona de perder a alguien que considera de su pertenencia, por la influencia de un tercero. También se define como la percepción de que una relación significativa está siendo amenazada por acciones de alguien más y, como consecuencia, puede llegar a desaparecer o deteriorarse; esta supuesta amenaza puede ser real o imaginaria.

Sin embargo, los celos también se presentan en el ámbito familiar; por ejemplo, cuando un hijo recibe más atención que otro; o, en un centro de estudio o trabajo, cuando una persona obtiene más logros que otra. Sin embargo, los más comunes y estudiados, son en torno a las relaciones de pareja.

Los celos, en sentido estricto, podrían ser entendidos como una experiencia emocional compuesta de al menos tres emociones básicas (ira, tristeza y miedo); además de otras reacciones asociadas como disgusto o sentimientos de inferioridad e inseguridad. Como cualquier otra experiencia emocional, la caracterizan y componen tres dimensiones: cognitivo-experiencial, fisiológico-adaptativa y conductual-expresiva.

“Los celos son normales. Hay que medirlos, para saber si son patológicos, por el grado que alcanza la conducta”, define a Infobae Martín Wainstein, profesor consulto emérito de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos aires y Director de la Carrera de Especialización en Psicología Clínica con Orientación Sistémica.

Y ejemplifica: “Si un miembro de la pareja, al mirar un programa de TV, hace un comentario sobre una mujer o o un hombre que aparece en pantalla, el otro estalla haciendo un escándalo. Es un claro indicador de celotipia”.

“El vínculo con otro se construye con todo lo amenazante de que el otro es otro (la alteridad), de alguna manera con un nivel de castración, de incompletitud”, dice a Infobae la licenciada Rosalía Beatriz Álvarez, psicoanalista, especialista en parejas y familias, ex directora del Departamento de Familia y Pareja de Asociación Psicoanalítica Argentina A.P.A.,

Para la especialista en la relación ese otro, es una construcción que nos representamos, que incluye lo real de ese otro y lo inconocible, lo ajeno. “La vida amorosa es compleja. El amor es necesidad, es dependencia, pero no sometimiento. La relación de pareja implica una recreación fantástica de la díada inicial madre hijo, donde se crea intimidad, cercanía tal como en aquella primer relación, buscando en el nuevo vínculo compensar déficit infantiles. Recreando muchas de las veces la ilusión infantil de la ausencia de limites para con el otro”, agrega Álvarez quien es además representante de Familia y Pareja en la Federación Psicoanalítica de América Latina (F.E.P.A.L.)

¿Cómo saber si mis celos son patológicos?

Wainstein remarcaba que los celos se miden por el grado de reacción. Siempre se trata, antes de todo, de generar acuerdos en la pareja, de lo que más o menos ambos coinciden que está bien”, dice.

Tesone coincide: Los celos dependerán en parte del acuerdo consciente o inconsciente de la pareja, del amor o desamor entre ellos. Si el acuerdo era monogámico y la herida queda abierta se verá con el tiempo si es remontable. En estos casos juega no sólo el amor entre los miembros de la pareja, sino también el valor narcisístico en juego. La persona oscila entre la fidelidad hacia el otro y la fidelidad a sí mismo, y dichos movimientos internos no siempre coinciden. Roland Barthes decía: “Como celoso sufro cuatro veces: porque soy celoso, porque me reprocho de serlo, porque temo que mis celos hieran al otro, porque me dejo asujetarme a una banalidad. Sufro de sentirme excluido, de ser agresivo, de ser loco y de ser común”.

En base a un especie de “celosómetro”, Wainstein plantea los siguientes ejemplos de la vida cotidiana. “Si alguien, un hombre supongamos, tiene conocimiento de los horarios de trabajo de su mujer, sabe más o menos lo que hace durante le día, y ella llega más tarde, ese hombre, supongamos, va a mandar un mensaje para preguntar por qué llegó más tarde. Hay ahí un acuerdo, una rutina. Pasaría lo mismo si es la mujer con el hombre. Ahora, esto se transforma en una persecución si cualquier a de los dos manda mensajes reiterados haciendo la consulta o si pide la ubicación para exigirle que le muestre dónde está”, explica Wainstein.

El especialista dice que hay casos extremos en consultorio. “Hay gente que controla los kilómetros del auto de la pareja. Este es un ejemplo claro de los actos de celotipia que se caracteriza por la invasión de la intimidad de otro. Uno tiene que respetar al otro. Esos son comportamientos abusivos”, dice Wainstein. Los celos pasan de ser normales a patológicos cuando “cuando exceden el criterio de realidad, no hay elementos reales para la actitud de esas sospecha”, suma el especialista

Revisar el teléfono ajeno es otro ejemplo de celotipia. “La gente revista sistemáticamente el teléfono de otra persona, en este caso, de su pareja. Y eso es un problema”, dice Wainstein.

La tecnología sin dudas creo un escenario para que este tipo de comportamientos desmedidos tengan un lugar donde se desarrollen. Con las redes sucede lo mismo “¿Qué reacción tiene un hombre si su pareja publica una foto determinada en Instagram? Bueno, aquí volvemos al acuerdo que hay entre ambos. Partimos de la base que la mujer o el hombre puede publicar la foto que desee. Ahora bien, no es lo mismo estar en traje de baño en la playa que totalmente desnudo haciendo una producción en el baño de casa. El problema es cuando una foto en la playa trae un planteo de parte de uno de los integrantes de la pareja”, dice Wainstein.

A propósito de las nuevas tecnologías, Wainstein remarca una novedad que tiene que ver con los celos detectados a temprana edad. Si bien los celos parten siempre de edades tempranas, las redes sociales y los dispositivos móviles han si se quiere potenciado y creado un escenario para que niños de 13, 14 años, desarrollen conductas desde más temprano. “Resulta que la niña de 14 años le manda al chico que le gusta un mensaje, pero el chico no le contesta inmediatamente y le clava el visto. La niña entonces va al whatsapp de otra niña, que la ve en línea, y vuelve al chico que le gusta. Y resulta que los dos están en línea. Tal vez ellos no estén hablando, pero para ella, eso solo será la prueba de que él la esta engañando. El peligro de esto es generar un mal hábito desde temprana edad. Luego será complejo de erradicar”, ejemplifica el especialista.

El error de la posesión absoluta

A menudo, cuando una persona siente celos suele actuar o expresarse de maneras posesivas o tóxicas. Esta emoción se genera no sólo en relaciones de pareja, sino también entre hermanos, amigos y con compañeros de trabajo.

En muchas ocasiones la persona que manifiesta los celos se justifica haciendo referencia al gran afecto o estima que siente hacia la otra. Sin embargo, cuando los celos se vuelven demasiado intensos y persistentes, puede desembocar en situaciones más complicadas.

La licenciada Álvarez sostiene que cuando el otro es percibido como posesión absoluta, se acerca peligrosamente al camino del odio. “El otro no es una posesión aunque sea un hijo. En el deseo de ser uno, el amor suele hallar las condiciones de su imposibilidad. No es ni tuyo, ni mío, es “entre” (ambos). Las experiencias previas, la falta de confianza en mí, la inseguridad, el miedo al abandono, el temor a ser reemplazado pueden apoderarse permitiendo la aparición de los celos, que según el gradiente puede terminar con el vínculo además de ser la fuente de un intenso sufrimiento”, dice la especialista.

Difícil separar el temor a la infidelidad de los celos. Muchas infidelidades son imaginarias, pero el otro está convencido de su existencia real. Nada más riesgoso en un vínculo que la celotipia ( celos patológicos), que es una patología que puede llevar a la violencia física e incluso a la muerte del otro. Numerosos femicidios tienen origen en estos celos patológicos, donde el celoso adjudica a su pareja conductas que habitualmente imagina con una convicción cercana al delirio paranoide”, apunta Tesone.

Las actitudes más comunes en las personas que experimentan celos son:

*Control permanente de lo que hace o dice la persona celada, e incluso propensión a revisar objetos personales de ésta.

*Busca indicios de engaño, de mentira o cualquier elemento que pueda implicar una amenaza para su relación.

*Realizar conversaciones con planteamientos ridículos o fuera de lugar, que ponen al celoso en la figura de detective. Conductas con tendencias de acoso.

*Manifestación corporal, mediante tensión en el cuerpo, nervios, elevación de la voz, gesticulaciones. En casos extremos, se puede llegar al maltrato verbal o físico.